4 de diciembre de 2010

Esclavos de los combustibles fósiles

Los combustibles fósiles son tres: petróleo, carbón y gas natural, y se formaron hace millones de años a partir de restos orgánicos de plantas y animales muertos. Durante miles de años de evolución del planeta, los restos de los seres que lo poblaron en sus distintas etapas se fueron depositando en el fondo de mares, lagos y otros cuerpos de agua. Allí fueron cubiertos por capa tras capa de sedimento. Fueron necesarios millones de años para que las reacciones químicas de descomposición y la presión ejercida por el peso de esas capas transformasen a esos restos orgánicos en gas, petróleo y carbón.

La mayor parte de la energía empleada actualmente en el mundo proviene de los combustibles fósiles. Sus aplicaciones y utilidades son muy variadas, transporte, generación de energía, calor en los hogares, etc. El uso de combustibles fósiles se remonta a la prehistoria, de hecho, la Biblia se refiere a ellos como bitumen o asfalto en el capítulo 11 del Génesis versículo 3, como material empleado para la construcción de la Torre de Babel.

De los tres tipos de combustibles fósiles, el petróleo, hoy en día, ocupa un lugar destacado como recurso energético básico de los principales países desarrollados. Se corresponde con un líquido bituminoso compuesto de carbono e hidrógeno – hidrocarburos – en distintas proporciones. Se localiza en profundidades que varían entre los 500 y los 4.000 metros. Su origen es fruto de la transformación de materia orgánica procedente de zooplancton y algas.

La revolución industrial de mediados siglo XVIII y principios del XIX, supuso el inicio del empleo masivo de combustibles fósiles. En una primera etapa, el carbón ocupó un papel energético básico para accionar la innovación tecnológica más importante de la época, la máquina de vapor. Posteriormente, durante la denominada segunda revolución industrial, 1870 – 1920, el desarrollo de las industrias petroquímicas, eléctricas y siderúrgicas, conjuntamente con la introducción del motor de combustión interna colocaron al petróleo como principal fuente energética motor del desarrollo económico y social de la época.

El uso masivo del petróleo y sus derivados tuvo una enorme repercusión económica y social puesto que los europeos empezaron a utilizar una fuente de energía que no tenían en su propio territorio. Este fenómeno impulsó extender sus intereses comerciales y políticos a otros continentes donde hubiera petróleo – colonialismo -. Únicamente las grandes empresas pudieron explotar el petróleo por los cuantiosos gastos de prospección, extracción y refino. Por este motivo, desde el principio el sector petrolífero se constituyó como un oligopolio . Resulta interesante destacar que el siglo XX se inició bajo el paradigma de, “combustibles fósiles, recurso energéticos ilimitados”.

Los combustibles fósiles son recursos naturales no renovables, no se reponen por procesos biológicos naturales, en algún momento, se acabarán, y tal vez sea necesario disponer de millones de años de una evolución y descomposición similar para que vuelvan a aparecer. Desde 1998 la diferencia neta entre la adición global de nuevas reservas y el consumo de petróleo es deficitaria, lo que pone de manifiesto este fenómeno de recurso limitado.

Actualmente los elevados y volátiles precios del petróleo lo constituyen como un recurso energético extremadamente costoso. Después de 150 años de inversión y desarrollo de este sector probablemente el mundo ha alcanzado una nueva realidad, el final del petróleo fácil. Hoy la economía mundial esta peligrosamente expuesta a un mercado global de un recurso natural limitado, que penaliza en gran medida nuestra capacidad de desarrollo. Asociado a su volatilidad se encuentra el problema del control y regulación del mercado. El 52% de las reservas probadas de petróleo en el mundo se localizan en países con regímentes pólíticos no democráticos, Arabia Saudí (20%), Venezuela (13%), Irán (10%) e Irak (9%). En las últimas décadas las diferentes guerras del Golfo Pérsico y la tensión creciente actual en Irán ponen de manifiesto la dependencia energética de la potencia económica, Estados Unidos, que considera al petróleo como elemento estratégico de seguridad nacional.


En Europa el 60% de toda la energía consumida , 2009, proviene de los combustibles fósiles, siendo esta dependencia energética mayor en España, próxima al 70%. El coste de esta dependencia energética tiene su reflejo en la balanza de pagos – importaciones y exportaciones – puesto que el 83,0% del petróleo consumido en Europa es importado, alcanzado el 99,8% en España. Resulta interesante comprobar que el 49% del déficit de la balanza de pagos de España proviene de la importación de petróleo, 24.586 millones de euros en 2009.

Globalmente se consumen a diario más de 84 millones de barriles de petróleo, 13.500 millones de litros, 2 litros per cápita y día. El sector del transporte es el más dependiente de los combustibles fósiles, así más del 90% de la energía consumida por el sector del transporte proviene del petróleo. Este sector es responsable del 32% del consumo energético en Europa y del 42% en España. Europa, EU15 2008 , cuenta con un parque móvil de 228 millones de vehículos - 87% turismos y 13% industriales – presentando un índice de motorización de 501 vehículos por cada 1.000 habitantes. 38 millones de vehículos tienen más de 10 años. Estas cifras ponen de manifiesto que la electrificación del sector del transporte se constituye como una de las soluciones para reducir nuestra dependencia del petróleo.

Por último, los combustibles fósiles son los principales actores del cambio climático por el calentamiento global, la emisión de gases de efecto invernadero durante su combustión se corresponde con una de sus características intrínsecas. La industria de la energía y del transporte representan el 50% del total de emisiones de gases de efecto invernadero en Europa - 31% energía, 19% transporte – representando en España un 52% en las mismas proporciones. El reparto modal de estas emisiones refleja claramente el principal eje de acción, el transporte por carretera supone el 89% de las emisiones del transporte, de nuevo, la electrificación del parque móvil podría llegar a reducir en más de un 70% estas emisiones.

Los retos de las sociedades desarrolladas en el inicio del tercer milenio se corresponden con el desarrollo de modelos económicos sostenibles, de bajo consumo de carbono y menor consumo energético. La electrificación del parque móvil, el desarrollo de la infraestructura de distribución y recarga, así como, del resto de tecnologías asociadas configuran una serie de retos y oportunidades en las próximas décadas con el objetivo de reducir nuestra dependencia energética.
 
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